Pep, acá, gana todo . Milito, íntimo: aquel gesto de Guardiola, la enfermedad que le provocó ser DT, y el pillo ScaloniPor Cristian Grosso
Suena el celular. La característica es de España, pero el número es desconocido y Gabriel Milito no responde en Buenos Aires. Corre agosto de 2008 y la maldita rodilla derecha lo mantiene rehén de infinitas sesiones de kinesiología. Vuelve a sonar el celular. “…Vaya a saber por qué, pero atendí. Era Pep. Faltaban tres horas para su debut oficial en Barcelona, en un partido de pre-Champions contra Wisla Cracovia, y quería decirme algo: ‘Hoy arrancamos la Champions que tú vas a jugar. Te echamos de menos y pronto estarás aquí’. Guardiola estaba a un paso de abrir su carrera como entrenador, con todos los ojos encima, y se acordaba de mí que estaba a 11 mil kilómetros en medio de una recuperación que nadie sabía si me iba a permitir ser futbolista de nuevo. Ese tipo de gestos lo definen. A mí me ayudó mucho para superar todo lo que me pasó… Es muy importante que los entrenadores sepamos manejar el factor humano. No hay que perder nunca de vista una obviedad: el futbolista es una persona, antes que nada. Si vos no le llegás a su corazón, no vas a conseguir mucho de él. Y la mejor manera de entrar en su corazón no es la ‘palmoterapia’, sino decirle la verdad. Lo que quiere escuchar y lo que no quiere escuchar, y de la manera más sincera. Y ahí es donde el jugador se entrega. Aparte del trabajo de campo, el conocimiento… aspectos que ya deben darse por descontados”. Huidizo, contracultural, profundo. Viajar a la dimensión ‘Gabriel Milito’ propone escuchar, invita a pensar.